miércoles, 22 de abril de 2015

Tú, yo, reflejos.

¿Quién no se ha sentido alguna vez un completamente desconocido?
¿Quién no se ha mirado alguna vez al espejo y ha pensado "en qué me he convertido..."?
¿Quién no se ha sentido alguna vez fuera de su cuerpo y ha sentido esa extraña sensación de desnudez?

Nos quejamos de la gente juzgante cuando en realidad, los más críticos somos nosotros mismos hacia nuestra propia persona.
Hay gente que critica su anatomía, otros su psicología, y otros ambos.
Pero todos, llegamos a un punto en la vida, en el que, sin pensarlo, miras atrás,
miras todo lo que has recorrido, todo el camino al que has llegado, y lo más sorprendente de todo,
miras en lo que te has convertido.
A veces asusta, porque pueden ser cambios buenos o malos, otros incluso neutrales,
pero asusta el hecho de ser una persona, viviendo en una constante monotonía, y que a la larga,
imperceptiblemente, has cambiado.
Asusta el hecho de sentirte extraño, incluso desconocido para ti mismo.
Asusta simplemente sentirte incómodo en tu propio cuerpo, por el hecho de a veces renunciar a tus principios.
Asusta ser dos personas a la vez, es decir, tu "yo" consciente de ese cambio y el nuevo "yo" que se muestra cara a la sociedad.
Y es así, asustan los cambios.

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