viernes, 31 de marzo de 2017

Una red familiar.

Tánger, Marruecos, es el contraste de la dura realidad con la falsa realidad. Una ciudad en la que el lujo y la miseria viven puerta con puerta.
Traspasar la muralla de La Medina de Tánger, es revivir la historia de esta ciudad sin necesidad de museo, pues todo sigue marcado en sus paredes.

Dentro de La Medina se encontraba el barrio de Dar Barud, donde habitaba Aaliyah, una niña de piel morena, pelo largo y castaño,y más alta que las niñas de su edad, una niña común con algo destacando, sus ojos verdes.

Aaliyah convivía con su madre Khadija, más baja que Aaliyah, más blanca y algo regordeta; Hameed, su padre, era alto, castaño y con los ojos verdes, los cual había heredado Aaliyah; y Anwar, su hermano mayor de 20 años, alto también, fuerte y más moreno que su padre.

Los Dehmani afortunadamente eran una familia de clase media, a pesar de vivir en un barrio humilde, se podían permitir ciertos caprichos.
A Aaliyah le encantaba pasearse por el mercado al salir del  colegio, bailar entre el humo de los fogones enrredándose en sus aromas, admirar los colores de las telas y parar siempre en la frutería para charlar con su amigo Khaldali, y ya de paso comprar fruta.

Siempre llegaba a casa sudando y con mezcla de olores del mercado, y su madre siempre la obligaba a ducharse.

Khadija hacia la comida para todos, pero siempre comían las dos solas, ya que Hameed y Anwar trabajaban en los puertos de la costa como mercaderes.

- Mamá, voy a pasear por la costa con Khaldali, ¿puedo?
-Si, pero ten cuidado, ya sabes como están las cosas, no más de la puesta de Sol.
-Está bien, antes de la puesta de Sol estaré aquí.

Aaliyah era una niña inocente, de buen corazón, una niña que creía que la maldad estaba en un lugar lejano, lejos de su hogar, en otra realidad ajena a la suya.

Una de las cosas que amaba era quedar con  su mejor amigo y pasear juntos por la playa, para ello debían de atravesar todo el barrio, el centro y el paseo marítimo.
Amaba estar con Khaldali, amaba estar con el, ya no por su amistad de toda la vida, sino por su conexión, anhelaban las mismas cosas, y mientras caminaban por la arena, miraban al más allá y siempre hablaban sobre lo mismo.

- Algún día saldremos de aquí, y exploraremos mundo, y lo haremos juntos, pase lo que pase -dijo Khaldali-
- Algún día, pase lo que pase...
- Sueño con un mundo mejor, no es que odie esto, pero siento que no es mi lugar.

Aaliyah  sentía lo mismo que el y siempre le miraba y sonreía, acto seguido se ponían a correr y a jugar con las olas del mar.
Ambos volvían juntos a Dar Barud, soñando con su futuro, hablando sobre su día a día, ya que ella asistía al colegio y él trabajaba con su tío en la frutería.

Así era la vida de Aaliyah, estudiar, comprar, ayudar en casa y dedicarme un rato para ella. En comparación de la vida de otro niños, ella era "privilegiada", nunca se quejaba, más bien estaba agradecida por su vida y su familia, y siempre que podía pasaba por la mezquita del centro para purificar su alma y agradecer todo lo que tiene a Dios.

Aaliyah acababa de cumplir 13 años, esperaba con ansia que fuese el día siguiente para volver a casa con su familia y celebrarlo, aunque no hiciesen nada especial.

Al día siguiente hizo su ruta habitual para volver a casa, cuando un extraño enmascarado la agarró por el brazo, tapándole la boca, cayendo desplomado a los dos segundos, inundada por la fragancia del cloroformo.

Cuando despertó se encontraba encadenada en una especia de almacén junto a más niñas, se encontraba aturdida, algo magullada, como si la hubiesen pegado, pero no recordaba nada.
Se escuchaban voces, pero no conseguía entender nada, aún  seguía semi-consciente.

- ¿Cuál es tu nombre? Dijo una de ellas.
- Aaliyah. ¿Y el tuyo?
- Mashina.
-¿Dónde estamos?
-¿A ti no te vendieron tus padres?
- ¿Venderme?  ¡No!  Yo...  Yo estaba... - intentó recordar- ¡Yo estaba yendo a casa y alguien me atacó!

Mashina escuchó  sorprendida sin saber que responder.

-Mis padres me vendieron a un hombre hace 2 días. Yo no lo supe hasta que regatearon mi precio delante mío. Yo no podía creérmelo, hasta que finalmente vine aquí.
- ¿Viste el camino? ¿Dónde estamos?
- Iba con los ojos vendados en una camioneta, cuando llegué lo único que vi fue este sitio.

La historia de todas las chicas eran parecidas, menos la de Aaliyah. ¿Qué tenía de especial una niña de 13 años? No se imaginaba lo que le deparaba.

Mientras en la casa  de los Dehmani, era todo un caos, Khadija estaba llorando desconsoladamente, Hameed preguntando por todo Tánger y Anwar consolando a su madre.

Llamar a la policía era una salida obvia, pero casos como estos había cada semana.
Khadija afortunadamente poseía dinero ahorrado, el suficiente para pagar a el capitán de la policía. Así funcionaban las cosas allí, todo se compra con dinero, hasta las vidas.

Otro hombre enmascarado entro al almacén y desencadenó a una niña.
- Ahora te irás con tu nuevo dueño, solo sois juguetes sexuales, así es el negocio. -dijo el extraño arrastrando las palabras-.

Ahora todas sabían el destino que las deparaba.
Habían pasado 2 semana y cada vez quedaban menos chicas el tiempo corría y Aaliyah sentía que su vida se desvanecía por cada segundo que pasaba.
Llevaba sin ver mundo exterior 2 semana, para ella fue como sus 13 años de vida,  apenas comía arroz y un vaso de agua diario. Estaba desnutrida, al igual que las pocas chicas que quedaban.

Khadija estaba en el salón, cuando de pronto irrumpió unos fuertes golpes en la ventana. Era el capitán.
El corazón de Khadija iba a mil. Mandó pasar al capitán al instante.

-¿La has encontrado?
-No exactamente. ¿Están su marido y su hijo en casa?
-No, ¿pero que tiene que ver eso?  ¡Dígame donde está mi hija!
-Tranquilícese y siéntese, estamos ante un caso complicado.
-¡Dígame ya!
-Su marido y su hijo están en el negocio del contrabando de mujeres.
-¿Q-Qué? ¡Eso es imposible! Son mercaderes en la costa, debe de haber un error.
-La mayoría de los mercaderes son negocios tapaderas para el contrabando General, incluido el humano. Hemos desmantelado muchos casos.

Khadija estaba en shock todo le daba vueltas, estaba aturdida. Volvió a recomponerse.

-¿Y si tanto sabe de eso, por qué no revisa sus puestos?
-Más dinero y haré que se vayan de aquí.
-¿Me está pidiendo más dinero por la vida de mi hija?
-No, el viaje y su futuro con su hija no es gratis.

Khadija cogió lo poco que le quedaba, arriesgando a ganar o perder.
Tenía una mezcla de sentimientos, entre miedo, ira, decepción, tristeza y desesperación.
Lo más duro sería mirar a los ojos a su marido y a su hijo, su propio hijo. Pero era algo imperdonable.

Al día siguiente se escuchaban bombas fuera del almacén, Aaliyah pensó que era su hora, cerró los ojos y rezó.
Cuando los abrió entre el humo vio a varios policías entrando,  e hizo una leve sonrisa la primera desde hacía tiempo.

Aaliyah fue trasladada a un hospital hasta que recuperase fuerzas. Tuvo visitas de gente de su clase, khaldali, su mejor amigo, donde las palabras sobraban y lo decían todo con la mirada. Y su madre quien estaba a su lado día y noche hasta el día de su alta.

A los días se entero de su partida y le dolió, no por el hecho de dejar su hogar, sino por no cumplir su sueño con Khaldali.

En cuanto a Hameed, Anwar y su red fue desmantelada  fueron enviados a la cárcel más cruel de Marruecos.

Aaliyah y Khadija iban a partir a Francia, concretamente a Tolouse. Casualmente ahí tenía familia Khadali y el prometió que en cuanto pudiese ir, iría para quedarse y cumplir juntos el sueño del que tanta hablaban, vivir el mundo más allá de Tánger.

No hay comentarios:

Publicar un comentario